Actualizado el 4/22/2025
Alerta por un futuro irreversible, pero con señales de resiliencia ambiental gracias a innovaciones, cambios sociales y la acción colectiva
El 22 de abril de 2025 se conmemoró el Día Mundial de la Tierra bajo la consigna 'Nuestro poder, nuestro planeta', invitando a la reflexión sobre la alarmante situación ambiental que enfrenta la humanidad. Científicos y organismos internacionales advierten que estamos al borde de un desastre climático irreversible, como señala un reciente estudio citado por Oxford Academic y recogido en medios como La Tercera y El Mostrador. La crisis climática se ve reflejada en el aumento sostenido de temperaturas a nivel global, con más de un 50% de probabilidad de superar los 1,5°C entre 2021 y 2040, según el IPCC. De rebasarse los 2 o 3°C, podrían producirse impactos catastróficos, como el derretimiento irreversible de los hielos polares y el aumento significativo del nivel del mar.
Esta situación ya está generando efectos evidentes: incremento de olas de calor, lluvias intensas, retroceso de glaciares y eventos extremos más frecuentes. América Latina, particularmente, enfrenta alta vulnerabilidad por su desigualdad socioeconómica, estando sus poblaciones más expuestas a fenómenos climáticos extremos. En Chile, se evidencian problemáticas como la mega-sequía que ha afectado a la zona central, dejando a gran parte de las comunas con déficit de agua. Embalses como Peñuelas han tocado mínimos históricos y, aunque las lluvias recientes han aliviado la situación, la tendencia sigue siendo crítica. A esto se suman altos niveles de contaminación atmosférica y el avance de la deforestación, que agravan tanto la escasez hídrica como la calidad del aire, con importantes impactos en la salud pública y la biodiversidad.
Un aspecto especialmente preocupante es la pérdida de biodiversidad: más de un millón de especies están en peligro de extinción a nivel global, según la OMS y el 'Informe Planeta Vivo 2022'. Ecosistemas frágiles como la Amazonía y los arrecifes de coral sufren daños irreversibles por calentamiento, contaminación y deforestación, poniendo en peligro él equilibrio de los sistemas naturales y hasta la seguridad alimentaria, como ocurre con la disminución de insectos polinizadores fundamentales para la agricultura.
No obstante, entre las alertas emergen focos de esperanza. El desarrollo tecnológico estápermitiendo la generación de soluciones innovadoras: destacan vehículos eléctricos con baterías menos contaminantes, sistemas de almacenamiento de energía renovable, y hasta proyectos inspirados en la naturaleza, como materiales biocompatibles a partir del estudio del oso polar y algas marinas que pueden reemplazar plásticos o fertilizantes. Ciudades como París y Nueva York, y algunas iniciativas en Estocolmo, muestran el potencial de políticas públicas para mejorar la calidad del aire, limitar el uso de automóviles y recuperar espacios verdes. Además, gracias a esfuerzos de conservación y colaboración internacional, algunas especies en peligro muestran tímidos signos de recuperación, lo que confirma la capacidad de la naturaleza para regenerarse si recibe apoyo adecuado.
Los especialistas coinciden en que la respuesta frente a la crisis debe ser colectiva y multisectorial. Es clave acelerar la transición hacia energías limpias, repensar los hábitos de consumo y apostar por una economía circular que priorice la reducción, reutilización y rechazo de lo innecesario. El mensaje central del Día de la Tierra 2025 es claro: aunque la situación es grave, aún existen oportunidades para revertir el daño y construir un futuro más justo y sostenible si actuamos con decisión, creatividad y compromiso global.