Actualizado el 4/22/2025
La otrora sólida opción presidencial de la derecha enfrenta improvisación, polémicas declaraciones y fracturas internas, mientras el sector busca una primaria urgente para recuperar la iniciativa.
En los últimos meses, la candidatura presidencial de Evelyn Matthei, largamente considerada favorita de la oposición chilena, ha entrado en una espiral de crisis marcada por pasos en falso, tensiones internas y una serie de errores no forzados que han debilitado tanto su liderazgo como las posibilidades de unidad en Chile Vamos.
El escenario, que hasta hace poco parecía ideal para la exalcaldesa de Providencia —liderando todas las encuestas y con sus adversarios divididos—, cambió radicalmente por dos factores: la inacción y demora en definir una primaria competitiva dentro del bloque opositor, y la aparición de actitudes erráticas y declaraciones polémicas por parte de Matthei. A raíz de definiciones tardías y falta de una hoja de ruta clara, figuras como Johannes Kaiser y José Antonio Kast optaron por no competir en primarias conjuntas y, de hecho, sellaron un pacto parlamentario que dejó a Matthei y Chile Vamos sin el escenario de gran competencia que habrían necesitado para fortalecer la candidatura y proyectar unidad hacia el electorado.
Simultáneamente, la renuncia forzada de Ximena Rincón a la carrera presidencial y la consolidación de una primaria atractiva en el oficialismo agudizaron la presión sobre Matthei y los dirigentes de la UDI, RN y Evópoli. Los intentos de ordenar una primaria "exprés"—en la que finalmente compitieran, además de Matthei, Rodolfo Carter, Francisco Chahuán y Luciano Cruz-Coke— se vieron afectados tanto por impedimentos legales como por roces y desconfianza entre los partidos.
A lo anterior se sumó una crisis de comunicación y estrategia en el comando de Matthei, evidenciada en su desafortunada declaración justificando "muertes inevitables" tras el golpe de Estado de 1973. Estas palabras desataron críticas severísimas, no solo desde el oficialismo sino también desde aliados y el propio sector, reavivando el debate sobre el pasado dictatorial e impactando negativamente en la capacidad de Matthei de convocar a electores de centro. Analistas y columnistas han destacado la improvisación, la falta de espesor y liderazgo estratégico del entorno de la candidata, así como el riesgo de que la derecha repita errores del pasado al no lograr coordinarse a tiempo para proyectar una opción presidencial fuerte y de mayor convocatoria.
El desgaste por prolongada exposición, la incertidumbre en torno a alianzas con los sectores más duros de la derecha (la dupla Kast-Kaiser), las contradicciones internas y los mensajes contradictorios al electorado —como el acercamiento innecesario a la figura polémica de Milei o su involucramiento a destiempo en casos mediáticos— ahondaron la crisis. A esto se suman bochornos logísticos y la evidente carencia de un jefe de campaña experimentado que ponga orden, fije estrategia y ayude a revertir la percepción de una candidatura naufragando.
En medio de un clima de urgencia, con el plazo de inscripciones para las primarias acercándose y los partidos opositores presionando por una definición, la apuesta de Chile Vamos parece centrada en organizar una primaria lo más representativa posible, aunque configurada al límite y con los riesgos que implica la improvisación. Todo esto ocurre mientras la candidatura de Matthei, a pesar de haber sido vista como gestión eficiente y alternativa al Frente Amplio, comienza a exhibir los mismos vicios —improvisación, falta de liderazgo y desconexión estratégica— que ella solía criticar en sus rivales. A menos de que logre un giro de timón urgente y recupere el foco estratégico del comando, la elección presidencial, que parecía casi asegurada para Matthei hace un año, se vuelve cada día más incierta.